miércoles, 7 de octubre de 2015

Papa en audiencia: La sociedad necesita una fuerte inyección de espíritu familiar






 Como cada miércoles, el Papa recorrió durante unos minutos la plaza de San Pedro mientras saludaba y bendecía a los peregrinos. Más de 50.000 personas participaron en la audiencia pese a que el cielo amenazaba lluvia

. En el marco del Sínodo sobre la Familia que se está desarrollando en Roma, Francisco quiso incidir en algunos de los desafíos para las familias. Habló de los modelos económicos que no las apoyan o dificultan su desarrollo. 

 FRANCISCO "No se concede a la familia su debido peso, ni el reconocimiento ni el apoyo de las organizaciones políticas o económicas de la sociedad contemporánea”. Explicó que estos modelos económicos y sociales conducen a relaciones humanas áridas e impersonales. Por eso, dijo que es necesaria una fuerte inyección de espíritu familiar en la sociedad. Recordó que la familia es la que se ocupa de los más vulnerables. También es el lugar donde los hijos aprenden los valores indispensables de la vida. 

 FRANCISCO "La familia suscita la necesidad de lazos de lealtad, honestidad, confianza, cooperación y respeto. Anima a diseñar un mundo habitable y a creer en relaciones de confianza, incluso en condiciones difíciles”. La asamblea de obispos lleva tres días profundizando en los desafíos para la familia y en cómo la Iglesia puede ayudarlas con soluciones pastorales adecuadas. Sobre la familia, Francisco hizo alusión a la invitación de Jesús a San Pedro para convertirse en pescador de hombres y a echar las redes. La red de la Iglesia, dijo el Papa, es la familia. 


FRANCISCO "No es una red que haga prisioneros. Al contrario. Libera de las aguas procelosas del abandono y la indiferencia que ahogan a muchos seres humanos en el mar de la soledad y la indiferencia”. El Sínodo terminará el día 25 de octubre. Cuenta con participantes de todo el mundo que se reúnen en sesiones diarias. Por eso, al final de la audiencia general, el Papa pidió a los cristianos que recen por esta asamblea de obispos y expertos.

viernes, 28 de agosto de 2015

ESE AGUJERO NEGRO

"Concierne a todas las familias", "forma parte de la vida", sin embargo "cuando toca a los afectos familiares, la muerte no nos parece jamás natural". El Papa Francisco en la audiencia de ayer habló de la muerte y del luto. "Para los padres, sobrevivir a los propios hijos es algo particularmente desgarrador, que contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la familia misma. La pérdida de un hijo o de una hija es como si detuviera el tiempo: se abre un abismo que traga el pasado y también el futuro". Es como "una bofetada - continuó – a las promesas, a los dones y sacrificios de amor alegremente entregados a la vida que hemos hecho nacer. Tantas veces vienen a misa en Santa Marta padres con la foto de un hijo, una hija, niño, muchacho, muchacha y me dicen: “se fue”. La mirada es tan dolorida. La muerte toca y cuando es un hijo toca profundamente”.
Y algo similar, subrayó el Papa : "sufre el niño que se queda solo, por la pérdida de un padre, o de ambos. [...] El vacío del abandono que se abre dentro de él es aún más angustiante por el hecho que no tiene ni siquiera la experiencia suficiente para “dar un nombre” a aquello que ha sucedido", ese "agujero negro" que "se abre en la vida de las familias y al cual no sabemos dar explicación". A veces, prosiguió el Papa, “se llega incluso a dar la culpa a Dios" Pero no es sólo la muerte física. La muerte física tiene “cómplices” que son aún peores que ella y que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia" y que "la hacen aún más dolorosa e injusta" porque los " afectos familiares aparecen como las víctimas predestinadas e indefensas de estas potencias auxiliares de la muerte, que acompañan la historia del hombre".

En cualquier caso, "la muerte no tiene la última palabra". Todas las veces "que la familia en el luto – incluso terrible – encuentra la fuerza para custodiar la fe y el amor que nos unen a aquellos que amamos, impide a la muerte, ya ahora, que se tome todo. La oscuridad de la muerte debe ser afrontada con un trabajo de amor más intenso". No se debe negar el derecho al llanto: "También Jesús “rompió a llorar” y estaba “profundamente turbado" por la pérdida de una familia que amaba. Podemos más bien - concluyó - tomar del testimonio simple y fuerte de tantas familias que han sabido captar, en el durísimo pasaje de la muerte, también el seguro pasaje del Señor, crucificado y resucitado, con su irrevocable promesa de resurrección de los muertos".

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