Un matrimonio, con muchos hijos.
Una familia en la que la mamá de un carácter fuerte pero muy religioso no
siempre podía tener el control que deseaba. El papá un hombre trabajador, el
típico proveedor, un tanto alejado de los problemillas domésticos. Los hijos
buenos todos pero con sus marcadas diferencias.
De niños todo era lo normal, los
típicos pleitos infantiles, lo acostumbrado en una familia grande, de clase
media baja; juegos, estudios, amistades…. Nada que los haga diferentes al resto
de las familias de su alrededor. Las niñas aplicadas, inteligentes de un bonito
medio aceptable. La ropa siempre heredada de una hermana a otra por lo que a la
de en medio le tocaba bastante avanzada en uso…. Se dice ahora en psicología,
la niña sándwich, la que no se define ni como la mayor con sus privilegios de
primogénita ni la pequeñita con sus privilegios de consentida. Es decir, un
tanto inadvertida, un tanto indefinida, temerosilla, asustadiza, pero juguetona
a mas no poder, digamos traviesa.
En el contexto familiar primaba
la fe. Un colegio católico que reafirmaba lo vivido en casa.La oración por la
noche en conjunto, la misa de domingo sin falta, así como la confesión el
sábado después del catecismo parroquial. Y las fiestas hermosas de Navidad,
Pascua, y demás celebraciones de la fe.
De niña la confidencia con las
hermanas, con la mamá, con las tías cercanas…. Al avanzar en la adolescencia,
los silencios, y las amistades cobran mayor importancia. Cada uno va forjando
su destino. Al crecer se marcan mucho mas las diferencias…. Y las características
personales se agudizan… así la niña sándwich se vuelve todavía más insegura,
mas temerosilla y para competir con las
hermanas, para que no se le note lo miedosa comete errores, esconde sus
defectos (eso cree). Un día toma una decisión: va a definirse y se autoproclama
(en secreto) que va a ser mala. Punto.
El ser mala consistía en no
confesarse, no hacer caso de los buenos consejos, no abrirse a nadie y buscar
su felicidad según sus débiles criterios…… pero llegó la Navidad… la fiesta mas
hermosa de todas, la favorita de toda la familia, la Navidad que se vive como
tiempo litúrgico fuerte…. Y he aquí que la adolescente sándwich se derrumba….
No se confesó, no comulgará…. Está perdida.
Toda su maldad se vuelve llanto.
Que horrible es ser mala. Que negrura causa al corazón, pero el daño estaba
hecho. Y prosigue en su obsesión de ser mala…. Pero parece que nadie se da
cuenta. Llega el tiempo de los novios y obvio, su mal comportamiento toma otros
tintes…. Se convierte en un mal ejemplo pero en su “ingenua” maldad todavía
cree que sigue pasando inadvertida aunque se le está notando que no es lo
esperado por su familia. Que es lo que sucede: se vuelve hipócrita, aparenta…
que todo va mejor, que las cosas no son tan malas que saldrá adelante, pero
trae una piedra arrastrando que pesa cada día mas.
Ahora la línea esta marcada, ella
ya no es igual que sus hermanas, aquellas siguen sus estudios, tienen ideales,
son abiertas, sinceras, tienen bien definidos sus principios y las envidia….
Vuelve una y otra vez a ponerse en su lugar familiar pero sin sentido de
propiedad.
En ese momento todo podía
derrumbarse, o podía componerse, era cuestión de reconocerse tal cual era o
seguir por ese camino zigzagueante de hipocresía. Toma el buen camino, pero con
infinidad de caídas, sola, sin recurrir a nadie porque teme que la vean como un
monstruo pues así se ve a sí misma. Y continua su vida…. En ese proceso de soy
mala ahora, no, mejor soy buena… pero no alcanza a ser ni una cosa ni otra. Se
convierte en “mediocre”.
La mediocre, llega a la adultez y
entra en el proceso del matrimonio…. Enamorada de un buen hombre que la mira
como una reina se siente redimida. El amor la redime. Aunque no del todo. Su
vida tiene que ser todavía mas estrujada y golpeada para que resurja aquella chiquilla
alegre y juguetona que se hundió en el laberinto psicológico de la soledad y el
ocultamiento…..y busca a Dios, a ese Dios que la hacía feliz en Navidad, en
Pascua, en la confesión del sábado y en la misa del domingo…. Empieza por ahí…
va al confesionario….. va a Misa, busca en el Sagrario pero sigue siendo algo
solitario. Como un secreto. Necesita ayuda, necesita una familia, una
comunidad…. Y…. la encuentra……empieza a recorrer un camino nuevo, en donde la
sinceridad tiene que tomar el lugar de la hipocresía, donde la bondad tiene que
ganarle a la maldad, donde los buenos sentimientos tienen que imponerse al
egoísmo…. Todo un proceso interminable… toda una escalada agobiante dejando
girones sangrantes cada vez que la soberbia tenía que ser desplazada por la
humildad. Pero un camino estimulante siempre ayudada por otros, nunca más sola.
Ella ahora pertenece a alguien, participa, es. Es Iglesia, vive en su casa
verdadera, la Iglesia es su madre y su maestra. Ella puede ahora ser hija,
puede ser hermana, puede ser esposa y madre. Nada perfecto porque eso no existe
pero es ella misma, un reflejo de Dios.
Todo lo tenía en semilla, se lo
había dado su familia, pero lo tiró por el camino, lo único que necesitaba era
dejar que Dios le alumbrara, dejarse ver tal cual, para volver por el camino
conocido del amor.
Confiar en Dios, buscarle a Él,
necesitar de Él. Algunos por los caminos conocidos, otros por caminos
totalmente nuevos pero siempre hay que buscar a Dios… y nunca solos. Dios nos
ha dado a todos una familia y todavía más, la gran familia de la Iglesia que es
el camino mas bello por el que podemos transitar para llegar a la Vida Eterna.
Al Amor.
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