lunes, 23 de junio de 2014

LOS QUE SOPORTARON

He escuchado a algunas personas separadas que al paso del tiempo, viendo las cosas en retrospectiva han dicho: No era para tanto, no teníamos porqué haber llegado a la separación…
A otras las he escuchado decir: tuve muy poco aguante…. Me ganó el egoísmo….
Si pudiera retroceder en el tiempo haría las cosas diferente….. tendría otras prioridades…….

Mucho se ha hablado, y ya nosotros también lo hemos hablado…. Sobre la Comunión a los divorciados y vueltos a casar. Un tema candente que levanta ámpula y que será tratado en el III Sínodo Extraordinario de la Familia. Es un gran desafío de la Iglesia. Para que todo eso llegue a tener respuestas, respuestas que se den desde el Evangelio, desde la cruz de Cristo, se necesita oración de todos, y pienso que Jesús escuchará con agrado la oración de aquellos matrimonios  que han luchado, sufrido y arriesgado por salvar su matrimonio porque lo valoraron, amaron. Y consideraron que tenía mucha importancia realizar su vida en comunión y creyeron en las gracias que Dios les daba para salir adelante día con día… pienso en esas personas:

que soportaron traición y perdonaron…..y muchos se burlaron y los consideraron sin dignidad
que soportaron abandono y esperaron…… y muchos les aconsejaron que cerraran de una vez la puerta.
que soportaron humillaciones y dieron lo mejor de sí….. y les insinuaron que era una ridiculez
que con paciencia convirtieron a su pareja….. y les decían no tiene caso…. olvídalo
que se abrieron  a la vida y la dieron a sus hijos ……. Y les decían: por eso no progresan
que recibieron al hijo discapacitado con inmenso amor y ternura……. Y les sugirieron el aborto
que pasaron por pobrezas, mucho trabajo y cansancio…… y los criticaron por no tener visión
que permanecieron unidos …………………. Y fueron juzgadas de estúpidos por no separarse.
que cuidaron a su conyuge en la enfermedad………… y les decían que tenían derecho a abandonarlo en una institución.

Los que no se dieron por vencidos y perseveraron a pesar de las mil y un dificultades que cada día vivieron pensando en la importancia de mantener unida a la familia, de poder entregarles a sus hijos y nietos un ejemplo de seguridad, de que Dios es más grande que los problemas. Y amaron y siguen amando. Ellos pueden, si quieren, acercarse al altar, recibir a Jesús en la Eucaristía porque Él es el que ha estado cada día a su lado, pueden llorar con él si hay penas, pueden cantar sus alabanzas, pueden contar su historia y despertar esperanza, alegría y paz. Y pueden orar por los que no lo lograron. Saben que son sus hermanos en la fe, que son Iglesia y viven en la esperanza y en la misericordia de Dios. Y saben también que serán escuchados.

A esos matrimonios que llevan en su corazón las cicatrices de las heridas y la alegría del amor compartido les encomendamos a todas las parejas que no pudieron seguir adelante, les pedimos que se pongan delante del Señor y les pidan por todos aquellos que esperan en la misericordia de Dios para vivir la alegría la fe recibida.

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