Hoy, por primera vez, el Obispo de Roma dirige la habitual invitación a la plegaria delÁngelus desde una ciudad de los países bálticos, desde Vilna, capital de Lituania, durante esta visita pastoral a naciones nobles y antiguas, que están saliendo de un período difícil de su historia.
Después de casi medio siglo de opresión política y cultural, durante el cual también se violó gravemente el derecho fundamental de las personas a conocer a Dios y a profesar públicamente la fe, Lituania, Letonia y Estonia comenzaron un nuevo camino: el camino de la libertad.
No es un camino fácil, porque la libertad requiere que cada uno tenga un gran sentido de responsabilidad y un compromiso de respeto recíproco.
Precisamente la libertad religiosa, bien entendida, constituye la garantía del éxito de esa empresa. En efecto, allí donde los creyentes y los hombres de buena voluntad aceptan confrontarse con la verdad y sus exigencias éticas, la esperanza sale del puerto de la utopía y encuentra el itinerario del auténtico desarrollo.
2. Todos juntos, queridos hermanos, dirijamos nuestra mente y corazón a María, venerada en el santuario de la Puerta de la Aurora con el título de Madre de la Misericordia. En compañía de los obispos y numerosos fieles, ayer por la tarde tuve la alegría de rezar en aquel templo el santo rosario, difundido a todo el mundo por Radio Vaticano. Hoy renuevo la invitación a orar por las necesidades de las comunidades civiles y eclesiales del Báltico, en particular para que en ellas reinen la concordia y la fraternidad, y para que a los intereses, ciertamente legítimos, de las partes se anteponga siempre el bien de toda la población, comenzando por los más débiles y necesitados.
Oremos con confianza a la Reina de todos los pueblos, a fin de que conduzca por senderos de paz a Lituania, Letonia y Estonia. Ella, a quien los fieles invocan también como la Stella Orientis, haga cada vez más libres y solidarias las relaciones de los pueblos del Báltico con las naciones limítrofes; y obtenga que en esta región de Europa crezca la fe y, con ella, se consoliden la justicia y la paz. ANGELUS DESDE LITUANIA DEL PAPA SAN JUAN PABLO II EN SEPTIEMBRE DE 1993.
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